“Está bien si no te has podido peinar como querías o si no pudiste hacer todo lo que habías planeado para el día.”
Por: Cristal Montero

PUNTA CANA, RD. – Me gustaría decirte que soy madre y que todo me va perfecto. Sé todo lo que tengo que hacer con mis hijos las 24 horas y no me canso para nada. ¡Soy, como dicen nuestras abuelas, una mujer hecha y derecha! Sin embargo, no es así. Ser mamá implica dedicación, dejar muchas veces de lado lo que quieres para ti y hacer lo que se necesita para tus hijos.

En la Biblia encontramos varios pasajes que nos hablan sobre los hijos como herencia. El Salmo 127:3 nos anima a recordar que debemos dejar una buena huella en ellos, pues son galardón del Señor. Querida madre: quiero decirte que no hay manual para criar a tus hijos. Cada uno es diferente, y no tiene que ser perfecto.
Está bien si no te has podido peinar como querías o si no pudiste hacer todo lo que habías planeado para el día. A veces, queremos gritar todo lo que callamos, y quiero que sepas que está bien, no estás sola. Está bien que tengas ojeras por levantarte temprano para preparar a tus hijos. Aunque en este tiempo todo es desechable, cada vez es menos admirable que una madre se dedique a tiempo completo a sus hijos.
Entiendo que cada generación tiene sus luchas, así que confía en el proceso. La Biblia nos enseña que en los últimos días el amor se enfriaría, y esto incluye la relación entre padres e hijos. Cuando sientas que nadie ve tu esfuerzo, recuerda: Dios sabe que estás cuidando su herencia. Tu obediencia adora a Dios, y tus hijos, un día, te llamarán bienaventurada.



