El presidente Donald Trump esperaba ser dado de alta el lunes del hospital militar donde está siendo tratado por COVID-19, un día después de que se aventuró brevemente —siendo todavía contagioso— para saludar a simpatizantes que lo vitoreaban, una decisión que ignoró las precauciones destinadas a contener el virus que ha matado a más de 209.000 estadounidenses.
Representantes de la Casa Blanca dijeron que Trump estaba ansioso por salir del hospital después de tres noches en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, en Maryland, donde los médicos revelaron el domingo que su nivel de oxígeno en la sangre bajó repentinamente dos veces en los últimos días y que le dieron un esteroide que generalmente solo se recomienda para los pacientes más enfermos. Aún así, los médicos expresaron que la salud de Trump está mejorando y que podría ser dado de alta el lunes para continuar el resto de su tratamiento en la Casa Blanca.
“Este es un día importante ya que el presidente sigue mejorando y está listo para volver a un horario de trabajo normal”, declaró el lunes a Fox News el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows.
A menos de un mes del día de las elecciones, Trump está ansioso por proyectar fuerza a pesar de su enfermedad. El todavía contagioso presidente sorprendió a los simpatizantes que se habían reunido fuera del hospital, conduciendo en una camioneta negra con las ventanas cerradas. Los agentes del Servicio Secreto dentro del vehículo se podían ver con máscaras y otros equipos de protección.
“Esto es una locura”, dijo James P. Phillips, médico en Walter Reed y crítico de Trump. “Cada persona en el vehículo durante ese paseo completamente innecesario ahora tiene que ser puesta en cuarentena durante 14 días. Pueden enfermarse. Pueden morir”.
“Para teatro político”, agregó el doctor. “Ordenado por Trump para poner en riesgo sus vidas por el teatro”.
El portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere, expresó que el viaje de Trump fuera del hospital “fue autorizado por el equipo médico al considerarlo seguro”. Agregó que se tomaron precauciones, incluido el uso de equipo de protección personal para Trump, así como a los funcionarios de la Casa Blanca y los agentes del Servicio Secreto.
Trump tiene 74 años y es clínicamente obeso, lo que lo pone en mayor riesgo de complicaciones graves.
En tanto, la primera dama Melania Trump ha permanecido en la Casa Blanca mientras se recupera de COVID-19.