«La política dominicana es un juego de relevos. Nadie gobierna para siempre y, cuando el final se acerca, el poder deja de pertenecer al presidente para trasladarse a quienes buscan sustituirlo».
Por: Marino Berigüete
Luis Abinader, consciente de que su mandato entra en su última fase, enfrenta un desafío mayor que el de gobernar: gestionar su salida. Su control sobre el PRM se debilita, los aspirantes a la presidencia comienzan a moverse y la lealtad, en política, es efímera.
David Collado se proyecta como el candidato con mayor potencial dentro del oficialismo. Su imagen pulcra y su distancia de las disputas internas le han permitido consolidarse. Carolina Mejía, con un apellido de peso, representa otra posibilidad. Raquel Peña, discreta pero eficiente, es un símbolo de continuidad. Guido Gómez Mazara, por su parte, busca recuperar terreno con un discurso combativo.
Mientras tanto, Leonel Fernández observa. Ha estado en esta encrucijada antes y sabe que el PRM podría autodestruirse. Si la transición fracasa, su regreso al poder será más fácil.
La historia es cíclica. Hoy Abinader encara la realidad de todos sus predecesores: el poder no es eterno, y la batalla por su sucesión ya ha comenzado.