«Cada 27 de febrero, la República Dominicana celebra su independencia de Haití, lograda en 1844 gracias al liderazgo de Juan Pablo Duarte y el movimiento de La Trinitaria. Sin embargo, más allá de las fechas y los héroes oficiales, la historia tiene matices que pocos recuerdan».
La separación de Haití no fue solo un acto de rebeldía patriótica, sino una jugada estratégica. En ese entonces, los trinitarios enfrentaban un dilema: deshacerse del dominio haitiano sin caer bajo el control de España, Francia o Inglaterra, todos con intereses en la isla. La independencia no se logró en un solo día, sino a través de alianzas, conflictos internos y el ingenio de líderes como Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.
Sánchez, abogado y estratega, tuvo la responsabilidad de liderar la causa en ausencia de Duarte, quien se encontraba exiliado. Fue él quien leyó el Manifiesto Independentista y asumió un rol protagónico en los primeros días de la nueva república. Mella, por su parte, hizo historia con el célebre trabucazo en la Puerta del Conde, un acto que marcó el inicio de la insurrección.
Un dato curioso es que, al izar la primera bandera dominicana, sus colores estaban invertidos en comparación con la actual. Además, Duarte no estuvo presente en la proclamación, pues se encontraba en el exilio por presiones políticas.
Hoy, la independencia es motivo de orgullo, pero también una oportunidad para reflexionar sobre el futuro del país. La lucha por la soberanía continúa, ya no con armas, sino con decisiones políticas y económicas que definen el rumbo de la nación.