“Le entregaron chocolates, le dispararon en la cara y su madre lo vio todo; así silenciaron a una mujer que había denunciado violencia.”
CÚCUTA. COLOMBIA – La mañana del 15 de mayo despertó a Colombia con una escena que congeló el aliento del país entero: el feminicidio a sangre fría de María José Estupiñán, influencer, estudiante y joven promesa de la moda, ejecutada en la puerta de su hogar por un falso repartidor que le entregó una caja de chocolates antes de dispararle directamente en el rostro.
El horror quedó grabado en las cámaras de seguridad del barrio El Bosque, en Cúcuta, dejando como única testigo a su madre, cuya desesperación se escuchó hasta en los pasillos de la universidad donde María José estudiaba. “La Mona”, como la conocían en redes sociales, no solo era una influencer en ascenso; era también una víctima de violencia intrafamiliar, inmersa en un proceso judicial contra su expareja, recientemente condenado.
Las autoridades no descartan que su feminicidio esté ligado a una represalia premeditada, especialmente porque en los próximos días cobraría una indemnización como parte del caso legal. La meticulosa puesta en escena del crimen apunta a un mensaje: silenciar a las mujeres que denuncian.
En redes sociales, miles de voces exigen el mismo clamor: que este caso no sea otro número en las estadísticas de impunidad que rodean la violencia de género en Colombia.