Por: Nathalia Taveras
“El peso no cae en picada, pero tampoco da tregua: simplemente se marchita lentamente frente a un dólar que no afloja, un euro que no cede y un oro que empieza a vacilar.”
PUNTA CANA. RD – La economía dominicana arranca este miércoles 30 de julio con una aparente calma que engaña: sin crises visibles, pero con un consumo que sigue apretado. El dólar estadounidense cotiza en los RD$60.58 por unidad, un valor que no retrocede desde el lunes 28 de julio y que muestra una fortaleza sostenida frente al peso dominicano  . Aunque no hay saltos abruptos, esa estabilidad en RD$60.6 es precisamente lo que sofoca al bolsillo.
En el caso del euro, el cambio se mantiene en una franja cada vez más elevada: el lunes 30 de junio alcanzó RD$70.07 por euro y desde entonces ha permanecido alrededor de ese nivel con ligeras oscilaciones entre RD$70.0 y RD$70.3 según diversas fuentes   . Esa presión sobre el euro encarece importaciones y viajes, con impacto directo en consumidores y comercios.
El oro, tras una racha de aumentos, muestra signos de debilidad: según registros recientes, su precio ha descendido desde los RD$202,557 por onza el 20 de julio a cerca de RD$202,249 el 29 de julio, situándose en torno a los RD$6,503 por gramo de oro de 24 quilates  . Esta leve caída amenaza con enfriar expectativas de quienes ven en los metales un refugio seguro. La plata, por su parte, sigue sin cambios relevantes en las últimas 24 horas según los mercados locales.
Respecto a los combustibles, el Ministerio de Industria, Comercio y MIPYMES mantiene sin modificación los precios vigentes desde la semana del 28 de junio al 4 de julio: la gasolina premium continúa en RD$290.10 por galón, la regular en RD$272.50, el gasoil regular en RD$224.80, y el óptimo en RD$242.10. Avtur y kerosene registran alzas mínimas, de uno o dos pesos, imperceptibles en el contexto general.
En resumen, el panorama del miércoles 30 de julio está lejos de ofrecer respiro. Con el dólar estable en RD$60.6, el euro en torno a RD$70 y el oro cediendo terreno lentamente, la economía dominicana se mueve en una meseta peligrosa donde la ausencia de volatilidad es solo otra forma de opresión para el consumidor. En un mercado donde nada explota, el ciudadano sigue siendo quien carga con la presión.
