¡Luces, cámara… decepción! esto es ir al cine en Punta Cana

En un país donde el turismo representa más del 15% del PIB, y donde La Altagracia es clave para ese éxito, no se justifica que servicios culturales básicos como el cine estén en condiciones tan rezagadas.

Cler Mari Geraldo
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«En un destino turístico de clase mundial como lo es Bávaro, Verón y Punta Cana, uno esperaría que la oferta cultural y de entretenimiento estuviera a la altura del lujo que se vende en los catálogos de viaje. Sin embargo, la realidad para los residentes —y también para los turistas que se aventuran más allá de los resorts— es otra: ir al cine se ha convertido en una experiencia frustrante y, a veces, hasta indignante.»

El monopolio de Caribbean Cinemas

La cadena Caribbean Cinemas, actualmente la única que opera salas comerciales en el país, ha consolidado su dominio al comprar o absorber otras empresas del sector, como Palacio del Cine y Cinema Centro. Este monopolio de facto limita seriamente la posibilidad de competencia, innovación y mejora en la calidad del servicio. Aunque no es ilegal tener una gran participación en el mercado, la Ley General de Defensa de la Competencia No. 42-08 prohíbe explícitamente los abusos de posición dominante que afecten a los consumidores.

Según el artículo 5 de dicha ley, «se prohíben las conductas que constituyan abuso de una posición dominante en el mercado, cuando tengan por objeto o efecto impedir, restringir o falsear la competencia». ¿No es acaso un abuso mantener condiciones indignas en las salas de cine de regiones alejadas del Gran Santo Domingo?

Actualmente, la única sala de cine comercial en la zona esta ubicada en el San Juan Shopping Center. Este cine cuenta con 12 salas, algunas de ellas equipadas con tecnología 3D. (Hablando coloquialmente podriamos decir que esta oferta funciona «cuando conviene»).

La Altagracia: motor turístico sin respaldo cultural

La provincia La Altagracia es el mayor receptor de turistas del país, recibiendo más del 34% de los pasajeros internacionales que ingresan por vía aérea, gracias al Aeropuerto Internacional de Punta Cana. Sin embargo, esta importancia estratégica no se refleja en la calidad de los servicios culturales que ofrece la región, especialmente en el área de exhibición cinematográfica.

“Nunca nada llega a Higüey, ¿será porque no tienen competencia o porque nosotros no nos lo merecemos?”, comenta indignado un residente de la zona Este.

Además, la cartelera cambia sin previo aviso, eliminando funciones incluso de películas recién estrenadas, lo que vulnera el derecho de los consumidores a recibir información clara y veraz, como establece la Ley General de Protección al Consumidor No. 358-05 en su artículo 33. Esta ley exige que los proveedores brinden información oportuna, suficiente, veraz y comprobable sobre los bienes y servicios que ofrecen.

La falta de mantenimiento no se limita a lo físico. La aplicación móvil de la cadena, que debería facilitar la compra y selección de asientos, también presenta múltiples fallos.

“Tienen que invertirle mejor a su aplicación. Para que la experiencia sea más cómoda”, comenta un cliente habitual. Este tipo de detalle técnico, aparentemente menor, incide directamente en la experiencia del usuario y en la percepción general de calidad.

“Lo único que da miedo en el cine de Punta Cana… es el cine”

La falta de opciones deja al público atrapado. ¿Qué pasó con otras iniciativas o cadenas independientes? ¿Por qué no existen alternativas en una zona donde el turismo, la inversión extranjera y la población local van en aumento?

La concentración de este servicio cultural en una sola empresa ha erosionado tanto la calidad como la diversidad de la oferta cinematográfica. La programación parece responder únicamente a criterios de taquilla: más funciones de títulos comerciales y familiares, menos espacio para cine de autor, estrenos internacionales o producciones locales.

¿Hasta cuándo aceptaremos este estándar?

Ir al cine en Punta Cana ya no es una experiencia de disfrute, sino una apuesta riesgosa entre la decepción y el desperdicio. Esto no es un ataque a una marca; es una exigencia de responsabilidad social y comercial. Caribbean Cinemas tiene la capacidad —y la obligación moral— de elevar sus estándares, especialmente en zonas que, como Bávaro – Veron Punta Cana, sostienen buena parte de la economía nacional.

No se trata solo de entretenimiento. Se trata de cultura, de acceso justo, de respeto al consumidor. Porque si el séptimo arte es una ventana al mundo, lo que hoy vivimos aquí es apenas una rendija… empañada, ruidosa y mal programada.

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Directora de Comunicaciones del Punta Cana Post y del Programa radial Cero Anestesia. Estudiante de Comunicación Digital, Apasionada al Periodismo Ambiental y la Fotografía.
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