“Usaron cáscaras de huevo, sensores caseros y una idea brillante para cuidar una especie al borde de desaparecer. El resultado: una lección nacional de innovación escolar en Feria STEAM.”
VERÓN, PUNTA CANA. RD. –Desde una pequeña aula en el Centro Educativo en Artes Matías Ramón Mella, un grupo de 15 estudiantes encendió una alarma ecológica que terminó con aplausos en la Feria STEAM regional 12 de Higüey. Su proyecto “Cuidemos nuestro Ciprynodon” que demostró que con ciencia, creatividad y compromiso se puede proteger una especie en peligro desde el aula.
El Cyprinodon Higüey es un pez endémico de la Laguna de Bávaro, amenazado por los cambios en el ecosistema, la contaminación y el abandono científico. Pero durante un año, este grupo de jóvenes lo convirtió en su causa: instalaron sensores de temperatura y pH, investigaron formas ecológicas de equilibrar el agua con cáscaras de huevo —ricas en carbonato de calcio— y crearon mecanismos simples pero efectivos para mejorar las condiciones del hábitat del pez.
Este compromiso no solo se quedó en el aula o la feria. Dos miembros del equipo fueron invitados al programa radial Sin Anestesia, donde afirmaron que su propuesta es viable, replicable y solo necesita una cosa: intención real de las autoridades para aplicarla a gran escala. También revelaron un gesto de firmeza admirable: como no contaban con apoyo económico, ellos mismos costearon sus uniformes para representar con dignidad a su escuela y su comunidad.
Guiados por cinco docentes mentores —Veneranda Martínez Pion y Germán Zapata en el área creativa; Reymi Rijo en ciencias sociales; y Luisa Santana y Grismeidy Fernández en ciencia y tecnología—, los estudiantes integraron biología, tecnología y conciencia ambiental en un solo proyecto. El resultado no solo fue un galardón regional: fue una transformación educativa.
Este tipo de ciencia, nacida en contextos vulnerables pero guiada con rigor y visión, demuestra que la innovación no requiere grandes laboratorios, sino voluntad, conocimiento y una causa urgente. Y el Ciprynodon, al menos por ahora, puede seguir nadando.