«Hoy, entraron en vigor los aranceles prometidos por Donald Trump, un golpe directo a las importaciones de Canadá y México».
Desde la medianoche, las mercancías de estos países se gravaron con un 25%, y los productos energéticos canadienses recibieron un arancel del 10%. Este paso promete intensificar las tensiones comerciales y abrir un frente de batalla que amenaza con trastornar aún más los mercados globales.
La respuesta de los aliados no se hizo esperar. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció medidas retaliatorias que afectarán productos estadounidenses por más de 100 mil millones de dólares. Mientras tanto, México, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, también prepara aranceles sobre productos norteamericanos. En Estados Unidos, la medida ha generado incertidumbre y preocupaciones sobre el impacto en la inflación y las cadenas de suministro, que podrían verse gravemente alteradas.
El panorama se torna cada vez más complejo, con un presidente que afirma que los aranceles son el camino hacia la prosperidad, pero que también están llevando a una guerra comercial peligrosa. Las implicaciones de esta decisión no solo afectarán a las economías de los países involucrados, sino que también tienen el potencial de reconfigurar el equilibrio global.