Por: Genesis Lara
“Armas y odio irrumpieron donde reina el duelo: siete muertos en un funeral reflejan que las pandillas han convertido cualquier espacio en su campo de guerra.”
CIUDAD DE GUATEMALA, GT – Un funeral se tornó en carnicería la noche del martes cuando un grupo armado irrumpió en una funeraria durante el velorio de un presunto miembro de la pandilla Barrio 18. El ataque, atribuido a la Mara Salvatrucha (MS‑13), dejó al menos siete personas fallecidas y 13 heridas. Los agresores huyeron en motocicletas tras abrir fuego contra familiares y allegados.
La Policía Nacional Civil y autoridades locales confirmaron que el afectado era un integrante de Barrio 18, asesinado el día anterior. Minutos después, miembros rivales de MS‑13 entraron al lugar sin ser detectados a tiempo. El incidente se produce pese a que se había designado personal policial para proteger el velorio, que según el ministro del Interior, Francisco Jiménez, abandonó sus puestos antes del ataque.
La masacre evidencia la ferocidad del conflicto entre pandillas que se disputan espacios urbanos para extorsiones y sicariato. El ministro calificó lo ocurrido como «inaceptable» y anunció investigaciones contra agentes por negligencia. Guatemala registra una tasa de homicidios más del doble del promedio mundial, alimentada por bandas como MS‑13 y Barrio 18.
Este suceso afecta directamente a familias vulnerables, paradójicamente en espacios de duelo, debilitando la confianza ciudadana en la seguridad y justicia. Es una alerta urgente: ningún lugar está exento del horror de las pandillas en Guatemala.
